La sostenibilidad ya dejó de ser una palabra de moda para convertirse en una responsabilidad urgente. El interiorismo, consciente de la enorme huella de carbono que genera la industria del mueble y la decoración, está girando hacia el Diseño Circular. Esta tendencia va mucho más allá del simple reciclaje que todos conocemos; se trata de cerrar el ciclo completo de vida de los objetos que elegimos para nuestros espacios, asegurando que los materiales se mantengan en uso, en su máximo valor, durante el mayor tiempo posible. Es un acto de amor al planeta que se refleja en la belleza de tu hogar.
¿Cómo se traduce esta filosofía profunda en tu casa? Significa enamorarte, por ejemplo, de piezas vintage, muebles de segunda mano o reliquias familiares, dándoles una nueva vida a través de la restauración o la tapicería. Un antiguo aparador de madera maciza tiene una historia cautivadora que un mueble de producción masiva nunca podrá igualar. Al invertir en estos objetos, estás reduciendo la demanda de nuevos recursos y la generación de residuos. Es una forma de decoración que tiene alma y un propósito.
Además, la circularidad nos obliga a ser consumidores mucho más conscientes. Priorizamos a artesanos locales y pequeñas empresas que trabajan con materiales de origen ético, que utilizan procesos de bajo impacto energético o que emplean materiales reciclados o reciclables (como el vidrio, el metal o los plásticos del océano transformados en objetos bellos). La verdad es que el fast-design, ese que caduca en una temporada, está perdiendo terreno frente a la calidad que perdura y se puede reparar. Elegir un sofá con una estructura robusta y tapicería ecológica o unas lámparas hechas con vidrio reciclado no es solo una compra estética, es una declaración de principios que convierte tu hogar en un espacio auténtico y, sobre todo, responsable con el futuro. Esta elección, si te lo preguntas, también genera una sensación de satisfacción personal inmensa, sabiendo que tu estilo contribuye a un mundo mejor.

